Qué es el duelo y cómo afrontarlo

Normalmente asociamos el duelo con la pérdida de una persona querida. Pero un proceso de duelo puede provocarse también por la pérdida de una relación, de una posesión, de un trabajo, de una posición social e incluso de una función corporal.

La aparición de un proceso de duelo es algo habitual.

Se trata de un proceso, no de un estado, por ello evoluciona a través del tiempo, aunque cuando una persona vive una pérdida importante tiene la sensación de que el mundo se paraliza y que no habrá salida a ese estado de ánimo.

Doug Manning dice que «El duelo es tan natural como llorar cuando te lastimas, dormir cuando estás cansado, comer cuando tienes hambre y estornudar cuando te pica la nariz. Es la manera que tiene la naturaleza de curar un corazón roto».

De hecho, el proceso del duelo se ha encontrado en distintas especies animales, no solo en los humanos.

Una de las especies que tienen un proceso de duelo más similar al nuestro es el chimpancé. Un grupo de investigadores registraron el comportamiento de una madre chimpancé durante las horas que siguieron a la muerte de su cría y se pudo ver la dificultad que suponía para la chimpancé romper el vínculo. Tras cargar con su cadáver durante un día, lo depositó en un claro y se acercó al cuerpo repetidamente para presionarle la cara y el cuello con sus dedos. Luego lo depositó en el lugar donde estaba el resto del grupo y se quedó observando cómo se interesaban por su cuerpo. Al día siguiente abandonaron el cadáver.

Esto nos muestra que el duelo es un proceso natural de adaptación emocional.

La duración de un proceso de duelo es variable y depende de cada persona y de su situación vital, pero se sitúa en un periodo comprendido entre uno y dos años cuando la pérdida es de una persona significativa.

En nuestra sociedad no es común hablar de duelo, ni del dolor, ni de la muerte porque nos resulta triste e incómodo. Lo convertimos en un tema tabú, viviendo de espaldas a esta realidad mientras podemos y únicamente nos enfrentamos a ella cuando ya es inevitable. El desconocimiento hace que reaccionemos al duelo de una forma intuitiva que, algunas veces, no es la más sana.

Claves para evitar un duelo patológico

  • Intenta ver al difunto antes del funeral: pasa un tiempo con él y despídete

  • Asiste al funeral

  • No ocultes tus emociones ni sentimientos y comparte tu tristeza con los que te rodean

  • No te avergüences de llorar en público o cuando estés solo

  • No te aísles o dejes tu trabajo

  • No evites a los miembros de tu familia cercana por la pérdida

  • No descuides tu salud y encuentra formas sanas de descargar el estrés

  • Confía en tus recursos para salir adelante

  • Recuerda que elaborar un duelo no es olvidar es poder pensar en esa persona y no sentir ya ese dolor, es recordar el tiempo que compartiste con ella como un regalo.

  • Reconstruye tu vida sin prisa. Da tiempo al tiempo

  • Si sientes que el proceso se complica, aprende a pedir la ayuda psicológica necesaria

¿Qué debemos hacer para superar un proceso de duelo?

  • Aceptar la pérdida de la persona o del «objeto»: Las tradiciones culturales (velatorios, funerales, misas…) pueden facilitar esta tarea. Si se desea se puede ir a misa o ir vestido de luto aunque esto último no es muy recomendable, ya que nos recuerda más la pérdida. En el caso de decidir vestirse de luto debe de ser porque lo deseemos y lo sintamos así, no  porque nos veamos obligados de alguna manera a ello por convencionalismos sociales y tradiciones.

  • Experimentar de manera auténtica las emociones que nos provoca la pérdida (tristeza, enfado, culpa, miedo…)

  • Capacitarse para desenvolverse en el mundo sin lo que hemos perdido: A esto nos puede ayudar el tener una red de apoyo social adecuada.

  • Recordar lo que hemos perdido de forma que no nos haga daño para poder seguir con nuestras vidas.

Duelo